Entre los problemas derivados del confinamiento está que somos más vulnerables a la radiación del sol. Y no lo digo yo, no… ‘Los dermatólogos recomiendan protegerse del sol tras el confinamiento para evitar quemaduras’ rezaba el titular de una noticia que leía el otro día. Que, dicho así, puede parecer que no lo recomienden siempre, pero supongo que es por aquello de llamar la atención con el titular de la noticia.
Ya sabemos que, gracias a la radiación solar el cuerpo sintetiza la Vitamina D, tan importante para el ser humano; eso sin mencionar los demás beneficios que nos ofrece el sol.
Pero tenemos que ser capaces de encontrar el equilibrio entre los beneficios y los perjuicios o daños que podemos recibir del astro rey:
Y esque de los rayos ultravioletas pueden causaros problemas: quemaduras, envejecimiento prematuro, manchas, problemas oculares como cataratas… hasta cáncer de piel.
Los rayos UV-A son los causantes del bronceado a corto plazo, pero a las 2 o 3 horas comienza a perderse. No producen ningún daño visible inmediato, pero provocan una serie de alteraciones celulares. Son responsables de manchas, arrugas, algunos cánceres de piel… Traspasan los cristales de las ventanas y están presentes en días nublados.
Los rayos UV-B actúan en las capas superiores de la piel. A estos rayos se debe la mayor parte del bronceado (el anterior se pierde rápido) y son los culpables de las odiosas quemaduras.
Los rayos UV-C afectan mucho más de lo que muchas personas piensan. Tenemos que distinguir entre los UV-C que proceden del sol, que son absorbidos en gran medida por la capa de ozono, y los rayos UV-C que se emiten por fuentes ultravioletas artificiales. Me refiero a las lámparas usadas para ayudar a la cicatrización, para tratar problemas cutáneos, para desinfectar… Esta radiación es muy peligrosa.
También podemos hablar de UV-I: el índice de radiación ultravioleta, que es la intensidad de este tipo de radiación con la que nos vamos a encontrar. A la hora de buscar la predicción meteorológica podemos encontrar este dato (en la semana en la que publico este post tenemos entre 8 y 10 en España).
Los rayos infrarrojos o IR también pueden llegar a ser perjudiciales. Tienen una mayor longitud de onda que los ultravioleta y alcanzan capas más profundas de la piel, por lo que causan pérdida de firmeza y elasticidad, y para colmo, aumentan los efectos de los rayos UV.
Algo que también hay que tener en cuenta es la luz azul que emiten muchos dispositivos electrónicos y su efecto, comparable con el jet lag. Pero aquí traemos este problema por lo que puede afectar a nuestra piel.
Por último, hemos de tener en cuenta
- Nuestro fototipo. El grado en que un producto con filtro solar nos protege de las quemaduras solares y otros efectos dañinos de la exposición a la radiación solar va a variar según el tipo de piel que tengamos.
- El reflejo de los rayos en otras superficies como la nieve o la arena. Tener que prestar especial atención cuando nos demos un baño en el mar o la piscina, ya que los rayos atraviesan el agua y podemos quemarnos.
Por si fuera poco, no hay que olvidar que la piel tiene memoria, y muchas de nosotras (y algunos de vosotros) hemos hecho auténticas barbaridades. No quiero entrar demasiado en la relación entre bronceado y el estereotipo actual de belleza occidental, ni en la supuesta relación entre bronceado y salud porque, ¿sabes que el bronceado no es más que una reacción de protección del cuerpo humano ante el efecto de la radiación solar? Concluiré el tema con una ilustración de Pizpiretia que me parece bastante acertada.
¿Qué podemos hacer?
En primer lugar, controlar el tiempo de exposición solar. Para sintetizar la Vitamina D es suficiente con recibir radiación solar de 15 a 30 minutos, y no todos los días. El tiempo necesario varía según la fuente consultada, pero se encuentra dentro del rango indicado.
En segundo lugar, usar protector o bloqueador solar en cantidad adecuada (una cantidad de 9 cucharaditas para todo el cuerpo y reaplicar cada dos horas). No hablo de maquillaje con SPF: la cantidad que nos aplicamos es insuficiente (además de que, en muchos casos, el factor de protección solar es totalmente insignificante).
Algunos elementos que debemos tener en cuenta a la hora de elegir un protector solar: el tipo de filtro que queremos usar (físico, químico, con antioxidantes o no), el formato que nos interesa (gel, spray, loción, en formato stick…), que sea de amplio espectro (que proteja frente a los rayos UVA y UVB), que sea resistente al agua (especialmente si vamos a ir a la playa o la piscina, claro) y las fechas de vencimiento: tanto la fecha de caducidad como el tiempo que lleva abierto el envase (después de un año pierden protección) y que además, a veces se ven reducidas por el lugar de almacenamiento: bolso de la playa, compartimento del coche… Si lo necesitas, revisa la información sobre los tipos de filtros en el segundo párrafo tras el cuadro de los fototipos y la lista de algunas de mis recomendaciones.
En tercer lugar, usar sombreros y gafas de sol (aunque uses una crema solar). También protege la ropa (dependiendo del tejido, el color, si está mojada o seca…), incluso hay tejidos específicos para protegerse del sol.
Por cierto, no nos olvidemos de proteger a los niños y a las niñas: porque su piel es más sensible que la de la mayoría de las personas adultas y porque no son conscientes del riesgo.
Y, un último cuidado: la reparación después de tomar el sol. El aloe vera es un muy buen ingrediente para utilizar con este fin. Hidrata, calma y repara la piel. Te recomiendo que pruebes el Shooting Gel de Aloe de Holika Holika, otra opción es el after-sun de Mary Kay, un producto que me encanta. Para después del sol, después de la depilación e incluso para las picaduras de mosquitos.